domingo, febrero 05, 2006

Viaje a los pueblos de Los Olvidados

Este recorrido de comienzos de enero de 2006 otra vez por los pueblos del Magdalena Medio donde viven los músicos de Los Olvidados fue bastante especial. Si bien a algunos los habíamos visto el año pasado en Bucaramanga, todos sabíamos que nos habíamos distanciado. Varios de ellos pensaban que nosotros ya los habíamos olvidado.

Lo sentían aunque no era cierto. Por eso al vernos de nuevo todos los encuentros fueron muy emotivos. Al ponernos a conversar fue como si tanto tiempo, casi dos años con algunos, no hubiera sido todo ese montón de días, sino apenas unas pocas horas.

El viaje tuvo un pequeño aliciente para los músicos, aparte del sentimental de reencontrarnos, y fue haber recibido un dinero como producto de las ventas del libro y el cd.

La primera noche, en casa de José Alcibiades, fue idéntica a esa noche de 2003 cuando fuimos por primera vez a Río Viejo junto a Diana Restrepo y a Liliana Ramírez, arrancando este proyecto.

Esa vez hubo musica en el corredor de la casa de ‘Quemazón’, roncito y buena cerveza, hasta que llegó el rector del colegio y dañó la cosa cuando le sacó la piedra al dueño del hogar dando sus opiniones sobre lo que era y lo que no era folclor. “Aquí todo mundo dice que sabe de esa vaina”, dijo el ‘Quema’ en aquella ocasión y ahora lo repitió.

Esta vez también hubo música, ron, pero ‘Quema’ fue tolerante: se aguantó a otro tipo que llegó a interrumpirlo; un muchacho que pasaba en una cicla y que paró al oír la guitarra. El hombre gorrió trago (se animó porque ya venía prendido), jodió cantando vallenato y se le estaba yendo la mano poniendo a Alcibiades y a sus compañeros a que tocaran para él. Entre todos tuvimos que pararlo. ¡Qué man tan fastidioso! Posted by Picasa
A diferencia de otras ocasiones, esta vez nos fuimos de Bucaramanga directo a Río Viejo, sin escalas, por 25 mil pesos. Berzetti y Jorge, que habían anunciado viaje, a última hora no pudieron ir.

Una camioneta de Cootransmagdalena nos llevó en 6 horas, con paso del río en ferry, y nos dejó en la mismísima puerta de la casa de José Alcibiades.

El hombre nos dio un abrazo cuando nos vio bajarnos del carro y no le importó que estuviéramos sudados y llenos de tierra. A pesar de que el vehículo iba cerrado y con aire acondicionado, misteriosamente en esos viajes uno siempre chupa polvo y suda como un caballo. Posted by Picasa
La casa del ‘Quema’ no ha cambiado mucho en estos dos años. Allá dormimos y nos trataron como reyes.

La única novedad es que la familia está más grande: los niños que ya conocíamos están más altos y para variar hay más; Fernando, su sobrino gordito que lo acompañó en Bucaramanga en los conciertos y en la canción del cd, ya es papá. Posted by Picasa
Paréntesis. Este par de bellezas (Linsu e Ivonne) llevaron la representación bumanguesa en este viaje por el río. Posted by Picasa
Ahhh, la otra cuota de la capital de Santander fue este caballero (Giovanni) que sólo fue atractivo para la cantidad de zancudos que sigue habiendo en Río Viejo. Posted by Picasa
El brazo del río Magdalena frente a Río Viejo. Posted by Picasa
Siempre que se deja a las personas de estas regiones le queda a uno esa tristeza de no saber cuándo volverá o si en los períodos de ausencia les pueda pasar algo.

Alcibiades y sus compañeros del trío Los Ribereños nos acompañaron hasta que tomamos la chalupa que nos llevaría a Arenal.

A estos pueblos donde difícilmente llega el Estado ya llegaron con todo las empresas privadas de telefonía celular. Ahora no hay que buscar al ‘Quema’ llamando primero a Telecom y solicitando que por favor lo ubiquen quién sabe dónde y que él vaya a la hora en que uno le diga… Nada, ahora se puede conversar fácil con él marcando el 310 80 22 446, el móvil de su casa. Posted by Picasa

La ‘barranqueña’, la chalupa de línea que todos los días va entre El Banco y Barrancabermeja, pasó por Río Viejo antes de que llegáramos a cogerla. No importó mucho, la alcanzamos en Bellavista, cuando íbamos para el municipio de Arenal, porque se varó.

Aquí la están ensayando para ver si quedó buena luego de la reparación. Posted by Picasa
Imagen frente a la casa de doña Águeda Pacheco, en Arenal. Posted by Picasa
En Arenal estuvimos poco, apenas 4 horas, porque no había más tiempo. “¡Pero están es en visita de médico!”, dijo doña Águeda y nosotros le contestamos que sí, que era una lástima no podernos quedar más.

Ella está muy delgada y eso que ahora está repuesta, según sus compañeros. Tuvo un tiempo muy malo y no le daban ni ganas de cantar.

Físicamente no tiene nada pues los médicos han dicho que está bien. La enfermedad parece que es del alma: ha estado muy triste porque su pequeño negocio de miscelánea no está dando y para acabar de ajustar uno de sus hijos no es lo que ella quería. Posted by Picasa
‘Migue’, que también tuvo una mala racha con su salud, quedó como un toro después de la operación que le hicieron. Cuando vio a las muchachas volvió a hacer una cara como la de la foto grande del libro.

Ni antes ni después de esta foto les tocó la nalga, como sí hizo con varias mujeres cuando vino a los conciertos de Bucaramanga. ¡Qué vaina que hubiera estado tan serio, el viejo hubiera gozado lo suyo y nosotros también viendo la cara de ellas! Posted by Picasa
Esta imagen fue al frente de la casa de doña Águeda que sigue siendo un punto de encuentro del grupo de tamboras y cantadoras. Las vidas de todos ellos han cambiado poco frente a lo que conocimos, salvo por los sustos que ahora se están viviendo en el pueblo. Posted by Picasa
Doña Lastenia fue a recogernos en su camioneta, tal como se lo habíamos mandado a decir. Y tuvo un detalle muy lindo que luego nos partió el corazón porque no se lo correspondimos: en su casa nos tenía reservadas 3 canastas de cerveza para el calor. Le prometimos que luego volveríamos y acabaríamos con ellas.

También le prometimos mandarle un libro de Los Olvidados porque ella nunca lo tuvo. “Todo el mundo quiere que le muestre mi leyenda”, contó. Ante eso no queda otra que mandárselo, cosa que haremos con varias de estas fotos no sólo para ella sino para los demás amigos de estos pueblos.

Logró arreglar la camioneta y ya tiene toda la parte de adelante en buen estado, con el vidrio panorámico entero, con las dos puertas de cabina con cerradura, aunque el tablero sigue destruido y la coginería más o menos.

Antes de esta foto, el carrito se la hizo: pinchó una de sus llantas, quedó en reparación y nos tocó ir caminando a coger el vehículo que nos llevaría a Morales, el tercer pueblo de este viaje.

Nos partió el alma saber que Lastenia fue una de las 137 personas a las que el Ejército Revolucionario del Pueblo, un grupo guerrillero que actúa en la zona, le envió a final del año pasado una boleta en la que le exigían dinero a cambio de no ser secuestrada.

¡Hijueputas, en Arenal no hay gente rica!

Los tipos esos, “la peor escoria de los grupos armados”, como dijo alguien durante el almuerzo, quieren financiar su actividad a costa de los pobres, los que siempre han dicho defender.

El año pasado secuestraron a 3 personas y la gente de Arenal tuvo que hacer una marcha para exigir respeto a la comunidad. El 24 de diciembre fue triste, según contaron: “Esto no parecía un 24, espantaban en las calles, desde por la tarde todo el mundo se escondió en las casas y ni música pusieron”.

No conocemos personalmente al resto de personas que ‘boletiaron’, pero con sólo saber que Lastenia fue una de ellas, con eso tuvimos para salir de Arenal con esa sensación de impotencia, de desazón. Esa maldita confirmación de que a este país le falta muchísimo para ser el paraíso que tanto nos pintan. Posted by Picasa
La carretera entre Bellavista y Arenal fue asfaltada, pero el pueblo sigue con sus calles destapadas.

Aquí vamos en una camioneta y estamos subiendo a otro ferry que nos pasará a la isla de Morales, donde esperamos ver a Tito Martínez, el decimero. Posted by Picasa
Estos ferrys son de otra época y si andan todavía es por un milagro de Dios y por la mano igualmente milagrosa de operarios y mecánicos que son capaces de seguirlos manteniendo vivos ya que sus repuestos hace mucho se dejaron de producir. Posted by Picasa
La carretera a Morales fue otro calvario por el polvero. Pasamos por fincas muy bonitas que de manera inevitable ponen a pensar cómo será estar en ellas y que llegue la guerrilla o los ‘paracos’, que siempre han abundado en la zona.

El verde por todos lados, el cielo azul-azul y ese calor rico que se siente a toda hora le ayudan a uno a borrar esos malos pensamientos. Posted by Picasa
Aquí no se ve bien, pero este hueco era un verdadero abismo. En invierno se vuelve un pantano y parece tierra movediza que quiere tragarse los carros. Posted by Picasa
El carro pasaba a toda velocidad y levantaba una nube de polvo entre la que se perdía la gente que iba a pie por la carretera. Posted by Picasa
Ya en Morales, dos horas después de haber dejado Arenal, tomamos un taxi para ir a la casa de Tito Nelly. Andar en ellos es una de las cosas más sabrosas de este pueblo. Posted by Picasa
Tito andaba fuera porque en realidad nos esperaba para el día siguiente. Mientras lo buscaban nos quedamos conversando con su esposa, una de sus hijas y jugando con uno de sus 28 nietos. Posted by Picasa
Ólger Martínez, el culebrero que también sale en el libro de Los Olvidados, apareció al rato y después del saludo se fue a buscar a su padre.

Cuando lo conocimos hace tres años estaba en plena calle manipulando una serpiente cascabel de metro y medio, y vivía al frente de su papá. Hoy reside en una ‘urbanización’ atrás del pueblo. Se trata de un nuevo barrio de ranchos cuyas columnas son de guadua y los techos de paja, que apenas están levantando.

Las paredes del hogar son de cañabrava, el piso en tierra y allá tiene la cama matrimonial, una hamaca venezolana donde caben seis personas, la mesa del comedor y otros enseres. También mantiene un par de canecas donde guarda las serpientes venenosas que captura para venderlas a un señor de Aguachica que hace con ellas de todo, hasta una pócima que, dicen, sirve para curar el cáncer.

Hace poco la Policía le quitó tres culebras porque la caza está prohibida en la región. Tito lo defendió ante la autoridad y argumentó que era una buena labor para la comunidad porque esos animales eran muy peligrosos por su ponzona y que fuera de eso sus partes servían para hacer medicamentos que curaban. Los policías no le comieron cuento y les quitaron los animales.

Ya iban a ser las cinco de la tarde y Tito estaba por llegar.


Como dicen en las series de televisión: “Esta historia continuará…”. Posted by Picasa