
Una camioneta de Cootransmagdalena nos llevó en 6 horas, con paso del río en ferry, y nos dejó en la mismísima puerta de la casa de José Alcibiades.
El hombre nos dio un abrazo cuando nos vio bajarnos del carro y no le importó que estuviéramos sudados y llenos de tierra. A pesar de que el vehículo iba cerrado y con aire acondicionado, misteriosamente en esos viajes uno siempre chupa polvo y suda como un caballo.

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