La carretera a Morales fue otro calvario por el polvero. Pasamos por fincas muy bonitas que de manera inevitable ponen a pensar cómo será estar en ellas y que llegue la guerrilla o los ‘paracos’, que siempre han abundado en la zona.
El verde por todos lados, el cielo azul-azul y ese calor rico que se siente a toda hora le ayudan a uno a borrar esos malos pensamientos.
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